Durante un largo periodo de tiempo la política monetaria y fiscal ha constituido el alimento básico de estímulo de los mercados de renta fija y renta variable. Una vez agotado todo el combustible posible, los inversores deben testar si el valor de los activos cotizados puede, no sólo permanecer en el tiempo, sino seguir creciendo.  El hecho diferencial a evaluar es la consistencia de todas las expectativas de crecimiento de beneficios en un entorno sin intervención económica.

De momento, un gran porcentaje de expertos de mercado considera que “el vuelo sin motor” es posible. Los precios de los activos están elevados, pero, gracias a la recuperación económica y a los “arreglos” hechos en la economía, las acciones están en precio para seguir invirtiendo. En esta senda, el traspaso de activos sin riesgo a otros de mayor riesgo será un camino natural.

Desde nuestro punto de vista, la intervención ha sido excesivamente larga y ha agotado la capacidad de respuesta de las autoridades económicas ante cualquier golpe de mercado. Se ha favorecido la vía rápida de estímulo y se ha aparcado las acciones más profundas en la organización de la estructura económica doméstica e internacional.  En paralelo, el ascenso en la valoración de los activos se ha producido desde un tramo más institucional que particular, por lo que parece que estos primeros están promoviendo una compra de lo que ellos mismos quieren vender.

El mensaje que trasladamos no niega la recuperación económica, pero sí muestra cautela ante un nuevo escenario de crecimiento que debe asentarse sobre su propia capacidad para generar más empleo y más beneficio empresarial. Dadas las formas en las que se ha impulsado esta nueva etapa de vuelo, parecería recomendable optar por una pausa en nuestro viaje y esperar nuevos acontecimientos.