Esta clara la disposición de los bancos centrales a terminar con la fiesta monetaria. El movimiento es saludable pues sabemos los efectos positivos de la intervención monetaria, pero también los efectos negativos. El concepto de «todo es burbuja» es discutible, pero parece razonable no desmerecer los continuos avisos sobre la excesiva valoración de los activos tradicionales. Por otra parte, el movimiento es saludable pues las reformas estructurales no han seguido el mismo ritmo que las políticas monetarias implementadas durante tanto tiempo y, por tanto, es probable que el ciclo económico nos lleve a un momento en que sea necesaria una nueva intervención. Para ello será necesario tener munición suficiente.