Todas las medidas adoptadas para solventar la crisis financiera tenían como condición avanzar en las reformas estructurales. Se reconocía el hecho, pero luego se daba otra patada a seguir. Llegó la pandemia y se multiplicaron los esfuerzos en política monetaria y fiscal. Se sobrepasaron todos los límites y ahora nos encontramos con un desajuste oferta – demanda brutal y con una estructura económica incapaz de asumir el nuevo ciclo de inflación y tipos de interés al alza.
El primer golpe a los mercados tendría que parar en los niveles actuales. No obstante, hemos visto solo la punta del iceberg.