La volatilidad ha vuelto a los máximos alcanzados en 2008. La travesía por el desierto de los fondos dedicados al arbitraje de volatilidad ha llegado a su fin. Han sido doce años muy difíciles para la gestión de este tipo de activo, pues cualquier momento más o menos delicado en el mercado, rápidamente ha sido tapado por intervenciones monetarias. En realidad, el activo volatilidad ha languidecido durante estos años, ofreciendo en la mayoría de los años una rentabilidad negativa.

Desde febrero, los acontecimientos han disparado el riesgo y el indice VIX se ha disparado en sentido contrario a las bolsas mundiales. Su función de activo refugio ha funcionado a la perfección y los fondos de gestión de volatilidad han recuperado en tres semanas un 25% de su valor.

Es razonable pensar que desde estos niveles el mercado se calme y este activo de riesgo no tenga mucho más que ofrecer. Quizás los gestores dedicados a su arbitraje puedan desarrollar estrategias que aprovechen aún más su momento estelar. Pero no podremos olvidar que el destino de un activo como la volatilidad es languidecer entre tempestades.